martes, 18 de agosto de 2015

DE VUELTA DE GUARANDA

25 jóvenes partimos el pasado domingo 9 hacia San Simón, del cantón Guaranda y perteneciente a la provincia de Bolivar. Os preguntaréis ¿para? ¿qué habéis hecho? ¿a vivir bien? ¿a hacer algo por los demás? ¿cómo os ha ido?

Realmente contar esta experiencia nos supondría a las dos párrafos y párrafos. Pero a veces uno siente tanto, que las palabras se quedan atrás y casi no llegan a expresar lo que uno ha vivido, pero intentaremos haceros sentir lo que hemos sentido estos días.

Justo a nosotras nos mandaron misionar en San Simón. ¿Qué suponía eso? Intentar hacer comunidad con más de 160 familias y vivir en casa de Mónica. El resto de nuestros compañeros, ya amigos muchos de ellos, eran enviados a las comunidades campesinas, Tagma Rumiñahui, Vaqueria, Pachagron, Capito, Tandaguán, Conventillo, Ulagagua... muchas de esas comunidades eran de indígenas y otras de mestizos y con el gran reto de convivir católicos con evangélicos e intentar evangelizar teniendo el respeto de los evangélicos, todo un reto.

Nosotras, San Simón. El centro del pueblo. No teníamos que subir altas montañas y aparentemente estábamos muy contentas porque viviríamos en casa de Mónica, pero no sabíamos el gran reto que se nos pondría por delante...  ¿Os acordáis de Mónica? Aquella madre que sostenia a dos hijos, una familia, un ejemplo de superación... pues bien; la realidad va mucho más allá de lo que uno ve en unas pocas horas. Detrás de esta casa, detrás de esta familia, hay una historia tremenda de violencia, de maltrato, de heridas sin curar y de otras que se van abriendo. Poco a poco fuimos descubriendo que nuestra misión en San Simón era mucho mayor de lo que pensábamos. 



Por la mañana, íbamos a visitar a las familias, presentarnos y ofrecerles compartir un ratito por la tarde entorno a la palabra y para charlar un rato, y otros días trabajábamos desgranando maíz, haciendo almuerzos, tareas de la casa, limpiando o lo que fuese necesario. Por las tardes visitábamos las casas, muchas de ellas nos abrían las puertas de par en par, con un café, una tortilla de queso, una empanada de verde y con la mejor de las sonrisas.

Ni os imagináis lo acogedora que es la gente y eso que teníamos el gran reto de que San Simón es un pueblo que no hace comunidad, ellos mismos te lo dicen, cada uno en su casa y Dios en la de todos, y nuestra misión era ir logrando gente, llegar a gente a través de la Fe, de la experiencia de Dios, de la escucha, de nuestros oidos y de lo mejor que podríamos entregarles para que compartiesen todas las tardes un rato de oración con nosotras a las 19:00h de la tarde. Ese rato de oración resultó ser lo mejor de cada día. Una hora en la que nos olvidábamos de todo, en la que la gente del pueblo, a la que íbamos visitando, se acercaba hasta el salón de la parroquia para celebrar con nosotras. Vimos cómo hicieron sus propias vasijas con sus defectos y sus virtudes, cómo se posicionaron según su autoestima baja o alta, como construyeron un gran árbol con raíces, tronco y frutos, cómo se posicionaron en hijo mayor, menor o padre y cómo se abrazaban, se juntaban las manos y cómo se sonreían cada día.

Imaginaros! Un pueblo al que no le gusta el contacto, ni hacer comunidad... tener cada día unas 20 personas, niños, abuelos, padres, madres, que se abrían durante un ratito y se abandonaban a los demás... fue tremendo.



Hemos visto mucha miseria, soledad, violencia, pobreza, abandono, personas mayores viviendo solas, discapacitados agarrándose a su Fe para tirar adelante y mucha mucha humildad y sencillez.  Uno viendo tanta cosa como hemos visto, no puede ser el mismo. Os aseguramos que no somos las mismas, y no por haber comido cui (cobayas), por las picaduras de las pulgas o por los 30 gallos kakareando a las 4 de la mañana, si no por el aprendizaje de las personas, por el mensaje que te hacen llegar, que pese a tanto, y mucho de ello malo, la vida es un regalo y la viven así, de esa manera, con la mejor de sus sonrisas.

Y diréis, ¿Y Mónica? Esta historia, que terminó resultando totalmente de Dios y con mucha esperanza en ella, os la contamos en otra entrada. 

Noelia y Paula.

No hay comentarios:

Publicar un comentario